Hubo un tiempo, no hace mucho que se puso de moda comer placenta, hay quienes practicaban la placentofagia. Algunas madres famosas seguían la medicina china de la vieja escuela puesto que la placenta seca se usa en algunos remedios en los herbolarios chinos. Dicen que existen beneficios en comer placenta pero en realidad, en lugar de sanar más rápido después del parto, mejorar los niveles de energía, producir más leche o evitar la depresión postparto, tiene más riesgos que beneficios.
Hay que tener en cuenta que sale de dentro del cuerpo de la mujer, que la placenta ha estado alimentando al bebé durante nueve meses y que, puede tener riesgos reales el comerlo. Es mejor que lo pienses dos veces antes de seguir la moda de comer placenta. Descubre algunos riesgos que podrías tener.
Podría estar contaminada
La placenta es un filtro para mantener al bebé a salvo de algunas sustancias peligrosas que pueden quedarse adheridas en la placenta. Algunas de estas sustancias peligrosas son bacterias, ¿te imaginas comer bacterias? Porque eso es lo que estarías haciendo.
Además, el proceso del parto involucra una gran cantidad de fluidos corporales y posibilidades de que se contamine. La placenta puede infectarse ya que la vagina no es estéril. Hay mujeres incluso que se defecan durante el proceso del parto y se podría contaminar también con las bacterias de las heces.
No es un 'alimento seguro'
Probablemente no comas un bistec que se haya dejado en un mostrador todo el día, ¿verdad? A menos que tengas un refrigerador y hielo contigo cuando estés de parto, es posible que no tengas acceso a una refrigeración adecuada lo suficientemente rápida como para preservar la placenta. Necesitarás asegurarte de que alguien llegue dentro de una o dos horas y llevarlo a un congelador o refrigerador. Y aun así, tampoco sería saludable.
Podrías contagiarte de enfermedades
Cualquier infección que puedas tener en tu sangre estará en tu placenta, por lo que si te la comes podrías ingerirlas. Si compartes tu placenta con amigos y familiares, también podrías contagiarles a ellos. Son riesgos biológicos que es mejor no hacer frente.
No tendrás todos los beneficios que buscas
La mayoría de las madres no se comen la placenta cruda. Se suele cocinar y se deshidrata y acaba convirtiéndose en un polvo que se coloca en cápsulas de píldoras, o se congela y se usa en batidos de frutas. Pero muchos de estos procesos, especialmente en la cocina, pueden dañar los nutrientes que esperas recibir. Tienes que cocinar teniendo en cuenta los niveles de esterilización, y en ese punto, has desnaturalizado todas las proteínas y las hormonas que crees que te ayudarán a tener una mejor salud. Cocinas a niveles muy altos para matar las bacterias pero también acabas con todo lo bueno que crees que te puede aportar la placenta en tu organismo.
El sabor no te va a gustar
Las placentas son ricas en sangre, lo que le da un sabor que no resulta agradable. Las personas que las han cocinado, dicen que es parecido al hígado, otros dicen que se asemeja más al pollo. En cualquier caso, es posible que no sea una experiencia gastronómica que quieras recordar.
Si alguna vez has pensado en comerte tu placenta o comer la placenta de otra mujer, es mejor que te lo pienses dos veces. Si quieres tener una buena salud es mejor que te centres en seguir una buena alimentación y en que hagas ejercicio y que te quites la idea de comer placenta. Piensa que la placenta tiene un objetivo en la naturaleza que es alimentar al bebé y salvarle de cualquier toxina o bacterias que le pudieran perjudicar. La naturaleza no ha pensado en la naturaleza para que te la comas tú.