Si estás embarazada seguro que estás deseando que el parto sea rápido, lo menos doloroso posible y que tras unas contracciones y unos buenos empujones tu bebé salga totalmente sano. Esto es en el mejor de los casos, pero no todas las mujeres son tan afortunadas a la hora de dar a luz. A veces las cosas no salen tan y como las hemos planeado, y por ello es necesario estar preparada ante la aparición de algún imprevisto durante el parto, como en este caso, la cesárea.
Aunque no es recomendable realizar una cesárea a no ser que sea estrictamente necesario, en España el porcentaje de esta intervención en los hospitales públicos se ha incrementado durante estos 10 años, lo que da como resultado que actualmente uno de cada cuatro niños que nacen lo hagan mediante esta operación.
Pero para empezar, conozcamos un poco lo que es la cesárea.
¿Qué es una cesárea?
La cesárea es una intervención quirúrgica por la que se da a luz a un bebé realizando incisiones en el abdomen y el útero de la madre. La razón principal por la que los médicos optan por un parto mediante cesárea es porque pueden surgir complicaciones para el bebé o para la madre si se procede a realizar un parto vaginal.
La mayoría de los partos por cesárea son programados, ya que el obstetra ha ido controlando el embarazo y tendrá toda la información para saber si será necesario recurrir a esta intervención. Estas son las razones más comunes por las que se realizan las cesáreas:
- El bebé está colocado del revés (de pie o de trasero) o de costado.
- El bebé tiene malformaciones físicas que dificultan su parto por la vagina.
- La madre tiene problemas con la placenta.
- La madre tiene alguna enfermedad de transmisión sexual que puede perjudicar al bebé.
Pero también cabe la posibilidad de que se tenga que recurrir a una cesárea de urgencia. De normal esto ocurre cuando:
- El parto ha parado o no procede como debería.
- La placenta se ha separado de la pared uterina demasiado pronto.
- El cordón umbilical se comprime o entra en el canal del parto antes que el bebé.
- El bebé padece dolor en el feto o no está obteniendo el suficiente oxígeno.
- El bebé es demasiado grande para poder ser expulsado por la vagina.
¿Cuáles son los riesgos de una cesárea frente a un parto vaginal?
No es casualidad que la Organización Mundial de la Salud estipule la tasa de cesáreas en un 10-15% ya que, aunque es una operación segura, puede haber riesgos como en todas las cirugías. Uno de ellos puede ser la pérdida de sangre, lo que se soluciona a través de transfusiones. Aunque se suministran antibióticos a las madres para evitar que cojan una infección durante la operación es posible que esto ocurra, por ello es muy importante seguir las instrucciones del médico para la post-operación.
Cabe la posibilidad de que los órganos cercanos al útero, como la vejiga o los intestinos resulten dañados o que se produzcan coágulos en las piernas, los órganos de la pelvis o los pulmones, aunque como ya hemos dicho, los profesionales tratarán de evitar con antemano que esto suceda. La anestesia también puede provocar alguna reacción adversa o los propios medicamentos que nos proveerán para la recuperación.
La cesárea debe de estar bien programada, ya que de haber calculado mal y hacerla más pronto de lo que se debería el bebé puede ser prematuro. Los bebés que nacen mediante esta intervención y son prematuros tienen un mayor riesgo de sufrir taquipnea transitoria, es decir, respiración rápida causada por el líquido que permanece en los pulmones. De normal esto sólo dura un día y desaparece solo.
La recuperación puede ser más costosa tras la cesárea que tras el parto vaginal. Lo usual es que la madre tenga que permanecer en el hospital unos días más, tres o cuatro en total, y que pase alrededor de un mes hasta sentirse totalmente recuperada. Es normal que sienta dolores en el área del abdomen durante un tiempo y que estos afecten a su vida diaria.
Muchas madres a las que se les ha practicado cesárea han admitido que han percibido negativamente la experiencia del parto y que han sentido menor conexión con el bebé e incluso depresión post-parto. Esto también puede ocurrir con el parto vaginal, dependerá de cada mujer ya que cada una tiene una experiencia diferente.
¿Cuáles son las ventajas de la cesárea frente al parto vaginal?
Pero con la cesárea no todo son riesgos, también tiene ventajas respecto al parto vaginal. Por ejemplo, en el parto vaginal la pérdida de sangre es mucho mayor y el dolor en la zona del perineo por culpa de los puntos de sutura no existe en la cesárea. Con el parto vaginal también experimentarás pérdidas de orina puntuales durante los meses de recuperación, pero con el tiempo volverá a la normalidad.
Como puedes ver, realizar una cesárea conlleva unos riesgos más que el parto vaginal, pero es una práctica necesaria para garantizar en la medida de lo posible la salud de la madre y el bebé durante el parto.