Desde hace varias décadas en nuestro país los embarazos han tendido a ser controlados por los médicos. Hoy en día, la mayoría de embarazos son controlados y las mujeres se someten a controles rutinarios a lo largo de la gestación. Sí, es cierto que antiguamente las mujeres vivían sus embarazos con total normalidad, sin control alguno y dando a luz en casa. Pero también es cierto que las tasas de mortalidad, tanto de las madres como de sus bebés, en el momento del parto eran mucho mayores, así como diversas complicaciones que solían ser habituales. Por tanto, llevar un embarazo controlado, sin ser impedimento para vivirlo con la normalidad que debe dársele, reduce la posibilidad de la aparición de multitud de problemas y el riesgo tanto para la madre como para el bebé.
Uno de los motivos por los que los médicos controlan a menudo el peso o la tensión arterial o realizan exámenes de orina periódicos a las madres, es la preeclampsia. Por ello, nos centraremos en esta enfermedad y sus síntomas.
¿Qué es la preeclampsia?
La preeclampsia se produce cuando una mujer embarazada sufre hipertensión arterial y presenta proteína en la orina, después de la semana número 20 de embarazo. Estaríamos hablando del período comprendido entre finales del segundo trimestre y principios del tercero, aunque es frecuente que de producirse sea más adelante, a partir de la semana número 32 de gestación.
Una mujer con preeclampsia no necesariamente se siente enferma ni con un malestar intenso. Los síntomas pueden presentarse como un hinchazón anormal en los pies y en los tobillos, teniendo en cuenta que es normal cierto hinchazón en estas partes del cuerpo durante el embarazo. Pueden hincharse también las manos o la cara, por la formación de edemas. También es un síntoma característico un aumento muy repentino de peso, debido a la retención de líquidos, por ello el peso debe ser también controlado para comprobar que sigue un aumento paulatino normal. Deberíamos preocuparnos si se produce un aumento de 2 kilogramos en cuestión de una semana.
Debido a que estos síntomas leves pueden pasar desapercibidos o pueden confundirse con síntomas propios de un embarazo normal, las visitas al médico son tan importantes. El médico podrá diagnosticar la preclampsia si la presión arterial es alta y los análisis de orina confirman la presencia de la proteína, aunque la hipertensión es el síntoma principal a la hora de hacer el diagnóstico.
Entre los síntomas de una preeclampsia más grave se encuentran:
- Dolores de cabeza intensos y persistentes,
- Disminución de la orina
- Dolor abdominal.
- Además, pueden darse problemas de visión como pérdida de visión temporal, visión borrosa o destellante, así como náuseas y vómitos.
Éstos últimos síntomas pueden ser los antecesores de una complicación que entraña mucho más riesgo: la eclampsia. En la eclampsia se producen crisis epilépticas en forma de convulsiones que pueden tener consecuencias muy graves, hasta letales, tanto para la madre como para el feto. Sin embargo, el hecho de padecer preeclampsia no hace que necesariamente se de una eclampsia posterior. Por eso es importante controlar la sintomatología para tomar las medidas oportunas precozmente.
¿Existe tratamiento para la preeclampsia?
El tratamiento más adecuado para frenar la preeclampsia es ni más ni menos que dar a luz. Sin embargo, lógicamente hay muchas cuestiones a tener en cuenta:
- Cuanto más avanzado esté el embarazo en el momento de darse la preeclampsia, mejor. Por eso, si la preclampsia se da a partir de la semana 37, lo habitual es provocar el parto o llevar a cabo una cesárea.
- En las semanas previas a la semana 37, cuando se considera que el bebé es aún prematuro, es necesario valorar la gravedad de la preeclampsia. Si no es grave y no hay afectación para el feto, es posible que se den una serie de recomendaciones como descansar y hacer reposo. Otras indicaciones suelen ser ingerir mucha agua, eliminar la sal de la dieta y hacer controles regulares de tensión y de orina.
Si la preeclampsia reviste cierta gravedad, es probable que se decida hospitalizar a la mujer para llevar a cabo estos controles de forma más rigurosa. También es posible que se administre por vía intravenosa sulfato de magnesio o algún otro tipo de medicamento para prevenir las convulsiones propias de una eclampsia. En cualquier caso, los controles serán exhaustivos y en el momento en el que los médicos consideren que puede producirse el parto o hacer una cesárea, se tomará alguna de estas dos medidas.
- Antes de la semana 34 o 32, según los diferentes autores, se considera que un bebé es muy prematuro. Si la preeclampsia se produce antes de este momento, se intentará alargar lo más posible el momento del parto tomando las medidas explicadas previamente. Sin embargo, ante un indicio de que la preeclampsia empeore o si el feto está siendo afectado, se provocará el parto o se llevará a cabo una cesárea independientemente de la semana de embarazo.
- Durante los días posteriores al parto la tensión arterial de la madre seguirá siendo controlada, debido a que en ocasiones la tensión tarda en bajar y en estabilizarse y pueden darse otras complicaciones o incluso una eclampsia una vez finalizado el embarazo.
Las causas exactas de la preeclampsia se desconocen
Entre algunas de las posibles causas se barajan ciertos trastornos autoinmunitarios, problemas vasculares o la genética. Lo que sí están más claro son los factores de riesgo. Algunos de ellos son los siguientes:
- La preeclampsia es más frecuente en el primer embarazo.
- Si se ha padecido preeclampsia en un embarazo, es muy posible que vuelva a darse en embarazos posteriores.
- Que la madre tenga hipertensión antes del embarazo de manera crónica.
- Que la madre sufra obesidad.
- Que el embarazo sea múltiple.
- Que la madre tenga menos de 18 años o más de 35.
Dado que se desconocen sus causas exactas, la forma de prevenir la preeclampsia se basa en controlar estos factores de riesgo. En cualquier caso, un control prenatal riguroso y llevar a cabo las indicaciones dadas por los médicos hará que, de darse la preeclampsia, sus efectos sean menos graves y el embarazo llegue a buen término.