La rubéola es una enfermedad contagiosa y viral que presenta un cuadro clínico que se asemeja al de sarampión atenuado. Esta enfermedad se transmite frecuentemente en la infancia. En los niños mayores y en los adultos la infección puede, ocasionalmente, ser más grave y presentar complicaciones sobre todo en articulaciones, provocando artritis, y producir afectación neurológica (por encefalitis vírica). Aunque sin duda, los casos más graves son los que se dan cuando la enfermedad es contraída por una embarazada, ya que supone una gran amenaza para el feto, ocasionándole la conocida rubéola congénita.
El diagnóstico de la rubéola suele ser difícil por el parecido que tiene con otras enfermedades y porque las erupciones en la piel suelen ser de poca intensidad y de escasa duración. En circunstancias normales el error en el diagnóstico no tiene mucha importancia debido a la poca gravedad de la enfermedad exceptuando los casos citados anteriormente.
Aunque para descartar su existencia se puede realizar un análisis de sangre con el que se puede comprobar si la persona ha padecido ya la enfermedad y por tanto descartar que la tenga porque es inmune.
El contagio es muy probable cuando una persona tiene contacto con otra que la tiene y no está vacunada
En los niños, esta enfermedad suele ser de menos gravedad. Y además de los síntomas anteriores, puede ir acompañada de alguna infección en los oídos, es decir, de otitis, y de conjuntivitis. Por tanto, que los síntomas que pueden alertar a los padres de que sus pequeños tienen rubéola son: erupción cutánea, fiebre poco intensa, menos de 39º, náuseas y conjuntivitis leve.
Las erupciones cutáneas, que se observan en la mayoría de los casos, comienzan en la cara y el cuello, se extienden hacia los pies y permanecen de 1 a 3 días. Además, la inflamación de la parte posterior de las orejas y el cuello son las características clínicas que más ayudan al diagnóstico.
Como se contrae la rubéola
El contagio de la rubéola es muy probable cuando una persona tiene contacto con otra que la tiene y no está vacunada. La transmisión se puede dar a través de estornudos, tos o por el simple contacto con superficies contaminadas.
Estos datos son importantes, ya que la enfermedad puede contagiarse dos o tres días antes de que aparezcan los síntomas. Es decir que antes de que un niño crea que padece esta enfermedad, puede contagiársela a sus propios compañeros de colegio o guardería. Además el riesgo de contagio no desaparece hasta una semana después de la aparición de los primeros síntomas o signos de la enfermedad.
Para prevenir esta enfermedad y evitar el inminente contagio que se produce cuando se contrae la rubéola, es muy importante mantener los niveles de inmunización. Por ello, los niños deben recibir dos dosis de una vacuna. Los niños que tengan síntomas o padezcan esta enfermedad no deben asistir a la escuela o guarderías durante el periodo de su contagio, es decir hasta siete días después del inicio de la erupción.
Los niños deben recibir dos dosis de una vacuna
Es decir, que la rubéola es más habitual en bebés y niños pequeños que no han sido inmunizados. Afecta por igual a ambos sexos y la edad de aparición está modificada por el uso de la vacuna. Por ello, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda a todos los países que incorporen la vacuna a sus programas.
La cura, tratamiento y vacuna de la rubéola en los niños
Cuando se contrae esta enfermedad, el sistema inmunológico del organismo de las personas produce anticuerpos que ayudan a la erradicación de la enfermedad. Además una dieta saludable es esencial para la recuperación y uno de los mejores tratamientos.
Por ello, se recomienda tomar de seis a ocho vasos de líquidos y sobre todo agua que es muy recomendable para el tratamiento. Los líquidos son muy importantes porque evitan la deshidratación aunque es recomendable evitar las bebidas con cafeína.
La dieta recomendable para ayudar a curar la rubéola, es rica en arroz, pasta y cereales. También es recomendable tomar diversas frutas, hortalizas y productos lácteos bajos en grasa. Sin olvidar las proteínas que aportan los huevos, el pescado, la carne magra, el pollo y las nueces. Aunque todos estos alimentos deben cocinarse con el mínimo de aceites ya que la ingesta de exceso de grasas no es muy recomendable para la cura y recuperación.
Aparte de la dieta, hay que acudir al médico para que ofrezca el diagnóstico, recete la medicación y el tratamiento que sea necesario o pertinente, ya que el consumo de ciertos medicamentos para evitar la fiebre y el dolor puede producir hemorragias intestinales y problemas renales. Por ejemplo, la aspirina no es recomendable que se dé a personas con rubéola menores de 18 años.
La ingesta de exceso de grasas no es muy recomendable para la cura y recuperación
Además, es importante saber que aunque una dosis ya es efectiva, es necesario poner una segunda dosis durante la adolescencia. Es decir, que la primera dosis se suele poner durante los primeros 12 o 15 meses de vida y la segunda antes de los 13 años. Las personas que no estén vacunadas también pueden hacerlo cuando sean adultos para inmunizarse.
Iniciativa de la OMS contra la rubéola y el sarampión
La Organización Mundial de la Salud, lanzó el pasado año una iniciativa para prevenir y curar la rubéola y el sarampión con metas mundiales del 2012 al 2020. Sus objetivos, a corto plazo son, entre otros, reducir rubéola y rubéola congénita y a largo plazo, eliminar en al menos 5 regiones estas enfermedades por completo. Con este Plan Estratégico quieren proteger y mejorar de la manera más rápida y sostenible la vida y la salud de los niños y madres de todo el mundo.