De todos los trastornos infantiles que existen uno de los que más preocupan a los padres y que aparece en un gran porcentaje de casos es el trastorno disocial infantil. Este es el diagnóstico que recibe casi la mitad de los pacientes que acuden a tratamiento psicológico o psiquiátrico ambulatorio. ¿Qué es y por qué preocupa tanto?
Según el DSM (Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales realizado por la APA (Asociación de Psiquiatría Americana) el trastorno disocial es un tipo de trastorno que aparece en niños y adolescentes menores de 18 años y que se caracteriza por un patrón de comportamiento en el que se violan los derechos de los demás y en el que hay una dificultad para integrar las normas de la sociedad. Los síntomas que presentan los niños y adolescentes son principalmente:
1. Agresiones recurrentes a personas o animales. Pueden ser amenazas, insultos, peleas, daños graves con armas, robos con intimidación, violaciones...
2. Vandalismo, destruye los bienes de otros o bien los roba. Es común que provoquen incendios solo por molestar o destruyan algo importante para su dueño solos por el hecho de vengarse o hacer daño.
3. Mienten continuamente, estafan o timan.
4. Violación de las normas familiares o escolares. Es común que estos chicos se queden en la calle hasta altas horas de la noche a pesar de tenerlo prohibido. También pueden faltar a clase deliberadamente o escaparse de casa en mitad de la noche. Tanto padres como profesores se ven incapaces de que el niño cumpla con las normas.
Tipos de trastorno disocial
Para que pueda decirse que el niño tiene un trastorno disocial tiene que tener menos de 18 años y se caracteriza por dos tipos según la edad de comienzo de los síntomas:
- Trastorno disocial de inicio infantil : algunos de los síntomas aparece antes de los 10 años de edad. En estos casos decimos que el trastorno disocial surge como consecuencia de un trastorno de personalidad, tal vez con cierta predisposición genética y por lo tanto difícil de tratar.
- Trastorno disocial de inicio adolescente: no hay ningún síntoma antes de los 10 años, tienden a aparecer de forma recurrente a partir de esa edad. Por lo general son menos graves y responden mejor al tratamiento porque el trastorno puede estar más influido por el ambiente en el que ha crecido y no tanto porque tenga una predisposición genética. Es común que muchos púberes empiecen a comportarse así al entrar en la adolescencia pero es más fácil reconducirlos porque suelen acabar reconociendo que antes no eran así y que han cambiado.
Cuando el niño que presenta estos síntomas es menor de 10 años es complicado tratarles porque no son conscientes de que tienen un problema, al revés, creen que el problema lo tienen los demás con él y justifican continuamente su comportamiento culpando a los demás.
Causas y evolución
Para que aparezca un trastorno disocial tienen que darse ciertas influencias ambientales y genéticas. Estudios con gemelos indican que hay cierto peso genético, sin embargo para que se despierte este trastorno debe haber estresores ambientales que rodeen al niño, por ejemplo, haber vivido en un ambiente marginal dónde el niño no haya recibido el afecto y atención suficiente es un potente factor de riesgo. Por otro lado, no importa tanto el haber sido desatendido en la infancia si no también haber estado expuesto a un hogar con un patrón inconsistente de disciplina. Aun así, el ambiente marginal o incoherente sigue siendo solo un factor de riesgo y no explicaría el origen por si mismo, es necesario que se den las dos cosas, vulnerabilidad genética y estresores ambientales.
Otros estudios hablan de ciertas anomalías a nivel nervioso cortical, por ejemplo hablan de que los niños y adolescentes disociales, al igual que adultos antisociales, necesitan estímulos más potentes para poder sentir excitación, al igual que miedo.
En cuanto a su evolución los niños que tienen un trastorno disocial de la personalidad (menos de 10 años) que no se lleva a tratamiento puede derivar a un trastorno antisocial en adultos, más peligroso y complejo de tratar. Básicamente los criterios son parecidos pero mas graves, lo que pasa es que no es políticamente correcto ponerle la etiqueta de "antisocial" a un niño adolescente, pero es una extensión de mismo problema.
Por último, a medida que pasa el tiempo y la persona crece las conductas antisociales suelen reducirse, en torno a los 40 años.
Tratamiento del trastorno disocial
Desgraciadamente el tratamiento del trastorno antisocial no es muy efectivo porque la mayoría de las personas no reconocen que tienen un problema y no se comprometen a cambiar. Pueden mentir a la familia y al psicólogo para lograr sus objetivos y mantener la situación. El tratamiento recomendado siempre dependerá del individuo y las circunstancias que lo rodean (apoyo familiar o social, si tiene algún otro trastorno asociado, etc). Algo parecido ocurre con el trastorno disocial en los niños y adolescentes, si ellos no se implican no podemos hacer mucho más que intentar concienciarle, lo cual es complicado con niños pequeños porque muchos todavía están en proceso de maduración cerebral y pueden pasar años hasta que reconozcan que necesitan terapia, con los adolescentes pasa igual, pocos reconocen que están equivocados. Sin embargo, cuanto más pronto se trabaje este problema
más posibilidades tendremos de que el niño cambie.
La terapia cognitivo conductual es una de las usadas para este tipo de trastornos, mediante ella el psicólogo intenta cambiar la perspectiva del niño y su forma de interpretar la realidad. También se intentan despertar sentimientos de empatía y remordimientos aunque cuando el trastorno disocial fue de inicio temprano (pesa más el factor genético) es más complicado de seguir. Se fomentan conductas prosociales con los compañeros, se entrenan las habilidades sociales, como reconocer emociones y sentimientos...
Sin embargo, el trabajo más importante debe de ser con los padres y cuidadores del niño. Se les asesora sobre como seguir un programa de contingencias en el que se recompense al niño con atención o ciertos privilegios por realizar comportamientos empáticos y sensibles hacia los demás y reducir los que son antisociales. También se les enseña a que aprendan a identificar de forma temprana los problemas con el objetivo de evitar complicaciones durante el tratamiento.