En mujeres embarazadas con cáncer, el tratamiento con quimioterapia siempre es una preocupación. Hemos leído tantísimas cosas que afectan al feto durante el embarazado que es difícil de imaginar como un tratamiento tan invasivo como la quimioterapia podría no afectarle. ¿Realmente es posible?
Hasta hace poco incluso algunos médicos eran escépticos sobre el uso de la quimioterapia y radioterapia en mujeres embarazadas. Muchos oncólogos preferían no arriesgarse. Sin embargo, los últimos estudios realizados por el ESMO (Congreso de la Sociedad Europea de Oncología Médica ) demuestran que la quimioterapia en embarazadas no conlleva peligro para el desarrollo general del bebé, ni cardiaco ni cerebral. El estudio en el que se basó esta idea fue realizado por el hospital de la universidad de Lovaina, en Bélgica. En él se compararon a niños que habían sido expuestos a quimioterapia durante el embarazo con un grupo control de niños que no la recibieron. Se midieron sus funciones cerebrales, desarrollo cognitivo y cardiaco. Se vio que no había diferencias estadísticamente significativas entre ambos grupos, se hizo un seguimiento hasta los dos años de edad y se comprobó que se mantenían los resultados. Tampoco había signos de malformaciones congénitas.
¿Qué explicación hay detrás?
Por lo visto, durante las sesiones de la quimioterapia muchos de los químicos usados no consiguen atravesar la placenta (aproximadamente el 80% de ellos), por lo que no llegan a tomar contacto directo con el bebé. Otros como el platino que son fármacos en forma de moléculas más pequeñas si que lo hacen, pero hasta el momento no se han visto daños en el feto ni en el bebé a la hora de su nacimiento.
Por otro lado, algo que si llamó la atención es que un alto porcentaje de bebés nacieron con un peso bajo debido a un nacimiento prematuro, aproximadamente la probabilidad de nacimiento prematuro es de 61% si reciben quimioterapia a si no la reciben (8%). Sin embargo, hay que mirar estos datos con lupa porque en muchos el parto fue inducido creyendo que adelantándolo beneficiaban al niño evitando que reciba más sesiones de quimioterapia de las necesarias, aunque también es cierto que la quimioterapia puede acelerar la rotura de las membranas, acelerando el alumbramiento. Pero independientemente del motivo, se observó que estos bebés recuperaron rápidamente su peso sin que esto afectase a su desarrollo posterior.
Si nos diagnostican cáncer es mejor continuar con el embarazo
Por último, la seguridad del feto durante la quimioterapia quedó demostrada con las técnicas que se llevan usando hasta ahora, las más convencionales, por eso, hay que tener precaución con las nuevas técnicas que se desarrollen en los años siguientes. Tampoco se recomienda la quimioterapia durante el primer trimestre de embarazo, que coincide con la formación de los órganos internos en el bebé y seguramente si sería dañino.
¿En qué consiste el tratamiento en mujeres diagnosticadas con cáncer?
Antes que nada, hay que puntualizar que en el estudio belga realizado en la universidad de Lovaina no se recomienda la concepción en mujeres que ya han sido diagnosticadas, porque aunque ya se han demostrado que no parece haber casi riesgos es un tema del que hay que seguir investigando. Pero si se han quedado embarazadas antes del diagnóstico es mejor seguir adelante con el parto. Hay mujeres que creen que es mejor interrumpir el embarazo pero lo cierto es que las mujeres que abortaron tras saber el diagnóstico de cáncer de mama fueron a peor, según los datos aportados por el médico Sánchez-Mendez del hospital La Paz en Madrid (los motivos se desconocen).
El cáncer que más comúnmente se diagnostica en embarazadas es el de mama, aproximadamente el 25%, y por tanto es con el que más se ha investigado. En estos casos el tratamiento que se sigue es el normal, incluso cuando se necesita hacer cirugía con anestesia general, no supone riesgo para el bebé.
En el caso de las mujeres que fueron diagnosticadas después o que no tienen más remedio que someterse a quimioterapia pueden estar tranquilas porque la salud de su hijo no peligra en principio siempre y cuando las sesiones no se inicien antes del primer trimestre de embarazo (es decir, entre la tercera y décima semana). El beneficio para la madre siempre es mayor que los efectos que pueda tener en el futuro el bebé, que se han visto que son nimios a largo plazo. El embarazo tampoco producirá un riesgo mayor para la madre que el no estarlo, solo mayor incomodidad porque las molestias que sufre la madre durante el embarazo se suman a los de la quimioterapia.
Por otro lado, si la madre decide amamantar no tiene ningún tipo de problema si lo hace antes de recibir la quimioterapia pero si podría ser peligroso si amamanta al mismo tiempo que está recibiendo las sesiones porque puede haber peligro de que la toxicidad de los fármacos se transmitan al bebé por medio de la leche materna. También la lactancia puede ser un inconveniente a la hora de hacer las pruebas de seguimiento del cáncer de pecho, las imágenes pueden salir entorpecidas.
¿Es igual con todos los tipos de cáncer?
En realidad no, se ha visto que en el cáncer hematológico (en concreto el linfoma de Hodgkin y la leucemia aguda) el tratamiento se complica en parte porque cuando una mujer está embaraza los signos pueden solaparse con los propios del cáncer y son más difíciles de detectar. Incluso en mujeres que ya han superado el cáncer no se recomienda la búsqueda del embarazo al menos hasta que no hayan pasado 2 años del tratamiento y sin remisión del cáncer porque en estos casos la probabilidad de reaparición del tumor es alta y es mejor no arriesgarse.