Existe la falsa creencia, extendida durante muchos años, de que los hijos únicos son niños egoístas, difíciles, mimados y malcriados. Erróneamente se piensa que la falta de hermanos con los que compartir experiencias supone que estos niños no aprenden a cooperar o que tienen dificultades para socializarse. Hoy en día se sabe a ciencia cierta que todo esto es tan sólo es un estigma que se lleva arrastrando durante mucho tiempo.
Estas características no necesariamente son el resultado de la falta de hermanos. La convivencia con hermanos no es necesaria para que el hijo único se desenvuelva mejor en sus relaciones sociales y afectivas; los compañeros de clase, primos y amigos cumplen la misma función. Y es que, la educación que los padres les dan a sus hijos, es el factor más importante en el desarrollo de la personalidad. Y al final, ser hijo único tiene sus ventajas e inconvenientes como todo en esta vida.
Ventajas
Los hijos únicos no tienen hermanos con lo que jugar, pero tampoco tienen que compartir sus juguetes o el cariño de sus padres. Y es que la soledad que supone ser hijo único, no tiene por qué verse como algo negativos. Al estar solo y no tener con quien jugar, estos niños desarrollan más su imaginación y creatividad. Y está demostrado, que aprender a estar solo, les ayuda en la edad adulta, son más independientes y curiosos. Sin embargo, esto no implica que pierdan el deseo de socializarse con otros niños, actitud que debe ser fomentada por los padre, tan sólo son capaces de tolerar la dificultad de la soledad mejor que los otros chicos.
Desarrollan su creatividad, concentración y madurez
Al tener más contacto con adultos que con niños en su casa, sobre todo en los primeros años, puede que en ocasiones se adelante en su desarrollo psicológico. En este caso, es importante que los padres no olviden que sigue siendo un niño y esperen demasiado de él. En ocasiones los hijos únicos han demostrado ser mejores en las tareas escolares y poseer una mejor autoestima. Esto puede explicarse de manera sencilla.
Estos niños tienen a su disposición todos los recursos que sus padres pueden darles, al tener un solo hijo, lo estimulan más intelectualmente, pasan más tiempo con él, pueden dedicar más dinero a su educación o actividades extraescolares, y el niño se ve enriquecido del trato con adultos. Sus metas en la vida, como consecuencia suelen ser más altas, sin tener que pasar por la presión de compararse con sus hermanos, lo que les da más libertad de pensamiento y acción. Los hijos únicos poseen gran seguridad en sí mismos por la reafirmación parenteral que han recibido desde pequeños. Y nunca tienen que sufrir el trauma de ser desplazado o la necesidad de buscar su sitio dentro de la familia.
Inconvenientes
Una de las principales desventajas de crecer sin hermanos es la madurez emocional y el grado de sociabilidad que aportan, con ellos aprenden a ceder, a negociar, discutir, enojarse, llegar a acuerdos, desarrollan empatía... Además de que puede generar en el niño sentimientos exagerados de soledad, importante miedo a quedarse sólo o a pasar tiempo sin sus padres. Todo ello se puede solventar favoreciendo el contacto con otros niños, permitiendo al niño pasar tiempo en casa de amigos y primos, y fomentar actividades que requieran el trabajo en equipo. Deben aprender a ser empático y a tener en cuenta los sentimientos de otros niños.
Estos niños pueden crear mucha dependencia con los padres o éstos de él, por lo que las separaciones cotidianas, como la escuela, dormir fuera de casa, ir de campamento.... se vuelven sumamente difíciles para el niño y los padres. Por otro lado, si los padres centran toda su atención en él, pueden volverse muy demandantes y caprichosos. Cuando el hijo es único, recibe más por parte de sus padres, pues todo es para él, esto puede hacer que el niño se frustre con más facilidad cuando las cosas no salen como él quiere y puede volverse intolerante. Para ello, se deben establecer límites firmes y las mismas obligaciones y responsabilidades que si tuviera hermanos.
En ocasiones los padres de hijos únicos se vuelven muy exigentes con ellos, y el niño nota la presión de cumplir sus expectativas, lo que puede generales ansiedad y temor a fracasar o decepcionar a sus progenitores. Al crecer sin hermanos todas las expectativas y exigencias familiares están puestas en ellos. El niño sufrirá los miedos de los padres y no tendrá con quien compartirlas. Además de que no conocerá la dimensión y la fuerza de un vínculo fraternal.
Conclusiones
Hoy en día muchas familias optan por tener un solo hijo, por muchos y variados motivos. El retraso en la edad de la maternidad, la dificultad de compaginar familia y trabajo, temas económicos, parejas que no sienten la necesidad de tener más hijos... Los motivos pueden ser variados, pero está claro que crecer sin hermanos, afecta al desarrollo del niño, pero no más que cualquier otra circunstancia de la vida, solo es necesario compensar las carencias y potenciar los aspectos positivos.
Los padres con hijos únicos son sobreprotectores
Habitualmente son niños acostumbrados a recibir toda la atención de su entorno familiar y no han tenido que aprender a heredar o compartir cosas, por lo que no se acostumbran menos a ceder, a perder o a no ser el centro. Todo ello puede hacer que tengan dificultades para relacionarse con otros niños, a ser "uno más" dentro del grupo. Pero estas carencias se pueden suplir fomentando el contacto con otros niños o participando en deportes de equipo. De este modo, se compensa la relación entre hermanos que suele servir de aprendizaje en la vida. Uno de los principales riesgos de las familias con un solo hijo es la sobreprotección y el exceso de atención sobre el hijo, puede hacer que se sienta demasiado presionado.
Por otro lado, ser hijo único aporta grandes ventajas, como disfrutar en exclusividad del afecto de sus padres, lo que les ayuda a crecer con más autoestima y seguridad en sí mismos. Además suelen ser niños más maduros, y con un desarrollo lingüístico y creativo mayor. Es importante recordar que el "síndrome" de hijo único no es exclusivo de los niños que crecen si hermanos, pues también afecta aquellas familias en las que hay mucha edad entre los hermanos.