La vuelta al cole conlleva volver a las obligaciones académicas, a las actividades extraescolares, pero sobre todo regresar a la rutina y tener que cumplir unos horarios que en verano son mucho más flexibles. Conseguir que el madrugar para los hijos no se haga cuesta arriba es algo de lo más complicado y puede generar más de un conflicto en los primeros días de inicio del curso escolar.
Sin embargo, por lo general, este es un problema que se limita a los primeros días de la vuelta al cole. En el momento en que se acostumbran a tener unos horarios de sueño establecido la adaptación es tal que incluso los fines de semana se levantan a la misma hora que un día de colegio.
Para hacerles más llevadera a los niños la vuelta al cole por las mañana lo más recomendable es ir cambiando su rutina de manera progresiva durante los días previos al inicio de las clases. En las últimas jornadas de vacaciones hay que conseguir que se acuesten cada vez más temprano y también que la hora de despertar se adelante, de forma que cuando sea el momento de la vuelta al cole no vean alterado su sueño.
Un horario para dormir
De igual modo lo recomendado es que, durante el curso, el niño tenga unos horarios de sueño establecidos. Es decir, que se le fije una hora determinada para irse todos los días a la cama y otra a la que levantarse. Si se altera este horario, especialmente en lo referente a acostarse, el escolar se resentirá, le costará despertar y acudirá con sueño al colegio, lo que tendrá consecuencias en su rendimiento académico.
Los padres debemos dar ejemplo y adaptar nuestras rutinas
Las siestas, salvo excepciones, deberían estar limitadas también a los fines de semana y las vacaciones, porque pueden conllevar que el niño no esté lo suficientemente cansado como para conciliar el sueño y acabe por dormirse tarde, lo que a su vez acarrearía un despertar problemático.
No todos los niños necesitan las mismas horas de sueño para descansar del modo adecuado. Si vemos que nuestro hijo muestra síntomas de cansancio tras varios días de rutina habrá que ampliar las horas de sueño. Por el contrario puede ser que necesite menos horas y eso se evidencia si vemos que su hora de despertar es antes de lo previsto.
A la hora de fijar la hora a la que se va a levantar hay que calcular de forma holgada, no ajustando al máximo los tiempos. De ese modo podrá ir desperezando poco a poco y no sufrirá estrés nada más levantarse en caso de que surja algún tipo de imprevisto antes de ir al colegio.
Lo recomendable es contar con un margen extra de 15 minutos que, en el caso de que sobren, pueden ser usados para que ayude en algunas tareas de la casa, como hacer su cama o recoger los restos del desayuno. De ese modo se le van dando también más responsabilidades y estas han de ser siempre acordes a su edad.
Alteraciones del sueño
En los primeros días de la vuelta al cole los niños tienen que hacer frente a muchos cambios y aunque no lo exterioricen durante el día su nerviosismo puede manifestarse mientras duermen. Pueden tener problemas para conciliar el sueño, desvelarse o tener pesadillas que les impidan descansar de la manera adecuada.
En cualquiera de esos casos hay que prestarle especial atención al menor, calmarlo y tratar de que explique en qué consisten esos malos sueños. Normalmente derivan del miedo que uno puede tener ante los cambios y una nueva rutina, por lo que en unos días habrán desaparecido.
No es recomendable dormir con el niño en caso de que tenga problemas de sueño o dejar que se acueste en la cama de los padres, porque eso generaría una seguridad efímera en el menor, pero retrasaría la vuelta a la normalidad creando un problema añadido.
La noche antes
Por lo general a los niños no les gusta madrugar. Ocurre lo mismo con los adultos, nos gusta estirar al máximo el momento de despertar. Para aprovechar el sueño lo más recomendable es preparar las cosas del colegio la noche antes y no madrugar más de lo debido.
El momento de la vuelta al cole es el idóneo para introducir en su rutina una serie de tareas que en verano no se practican. Además, se deben ir incrementando las responsabilidades de los menores según van creciendo y conseguir que de este modo se vuelvan cada vez más autónomos.
La mochila que hay que llevar al colegio puede prepararse el día antes, así como la ropa que uno se va a poner. Buscar un libro en particular o una camiseta determinada puede hacer que se pierdan varios minutos por la mañana de manera innecesaria y que deriven en quitar tiempo del desayuno, por ejemplo.
Incluso la ducha, especialmente entre los niños más pequeños, es recomendable se haga el día antes a última hora de la tarde. Además, un baño caliente suele favorece la conciliación del sueño y favorece el descanso.
Planificación, alimentación equilibrada y ejercicio físico ayudan a que madrugar sea fácil
Una alimentación equilibrada y la práctica de ejercicio físico ayudan a que se cumplan los horarios de sueño establecidos. Por la contra el consumo de algunos alimentos puede dificultar que cumplan la rutina. Los refrescos con cafeína o los productos cargados de azúcar resultan estimulantes para los niños, por lo que no se deben tomar a última hora de la jornada si al día siguiente tienen que madrugar para ir al colegio.
El uso de videojuegos antes de irse a la cama o el ver la televisión es poco recomendable porque puede desatar el nerviosismo y además puede dificultar que quieran irse a la cama.
Dar ejemplo
Hay que tener en cuenta que los niños copian las conductas que ven a los adultos, especialmente a los que tienen más cerca. Si se pretende que ellos tengan unos horarios de rutina deben ver que sus padres también los tienen y que son organizados. Trasnochar y mostrar evidentes síntomas de cansancio al despertarse no es un buen ejemplo. Tampoco lo es quejarse por tener que madrugar o tener que ir a trabajar, porque ellos pueden hacer las mismas reivindicaciones.
No es bueno que el niño vea que por las mañanas vamos a cien porque no hemos preparado las cosas la noche anterior o que nos olvidamos algo del trabajo en casa por ir acelerados. Debemos exigirnos a nosotros la misma organización que esperamos ellos tengan.
Establecer unos horarios semanales, que pueden organizarse los fines de semana, pueden ayudarnos a conseguirlo. La vuelta al cole puede ser también un momento para que los progenitores fijen su propia rutina de descanso y hacerla acorde a la de sus hijos.